miércoles, 15 de junio de 2016

¿ENVIÓ ESPAÑA DELINCUENTES A AMÉRICA?



                                               




¿FUERON DELINCUENTES LOS CONQUISTADORES Y POBLADORES ESPAÑOLES DEL NUEVO MUNDO COMO AFIRMA LA LEYENDA NEGRA ANTI ESPAÑOLA?


Ha  sido  desde  siempre,  escuchar  a  nuestras  generaciones  y  a  las  de nuestros hijos,  las afirmaciones de pseudo historiadores y profesores, los más, bien intencionados, pero ingenuos  en  este  tema­, quienes  con  “sapiencia”,  pontifican  que  los  conquistadores  y primeros  pobladores  españoles
de  América,  fueron  delincuentes,  aunque  no  especifican  sus  nombres ni los delitos que hubieran cometido y menos, si cargaban en se haber, alguna sentencia penal de la región de España donde proveían. 

Es  necesario  acotar  esta  acusación  gratuita  para  higiene  mental  y  así  evitar  que  las  mentes de los nuevos ciudadanos se contaminen con esas falsedades. 

La  Historia,  si  se  considera  como  ciencia,  tiene  reglas  estrictas  para  su  investigación.  Nace  con la escritura, es decir  con la prueba documental. 
No se desdeña el testimonio  oral. 

De ahí la nunca bien reconocida Piedra Roseta, estela egipcia cuyo texto escrito en  lengua  egipcia,  demótica  y  griega  permitieron  dar  a  conocer  los  símbolos  cuneiformes  sumerios  y  los  jeroglíficos  egipcios  al  interpretar  el  griego  antiguo  que  es  la  tercera  inscripción, asimismo  grabada en esa piedra. 

En  las  culturas  mesoamericanas,  en la  labor  de  investigadores  extranjeros,  han  tratado  de  interpretar  textos  de  estelas  de  las  culturas  mayas y del altiplano. 
En  el Altiplano,  se  desconocen  por  ejemplo, las lenguas habladas, o quizás escritas, por olmecas. teotihuacanos y toltecas, e  incluso se desconoce también su mensaje.  Lo  que  nos  ofrecen  los  estudiosos,  paleontólogos  y  arqueólogos,  son  meras  especulaciones  subjetivas:  valiosas  a  no  dudar,  pero  todas  basadas  en  textos  ya  de  náhuatl,  zapoteco,  mixteco,  huasteco,  maya o tarasco,  en  fin,  de  idiomas  nativos  de  los  pueblos  precortesianos,  conocidos  de  manera  escrita  en  español  por  informantes  y  escribanos  de  sus  culturas  y por  las  ediciones  de  los  catecismos y vocabularios de los  misioneros, casi todas ellas del siglo XVI; algunos de códices adicionados con textos escritos  en caracteres latinos.
Es esa nuestra Protohistoria. 

¡Cuánto daríamos por tener en Mesoamérica un testimonio similar a la Piedra 
Roseta! Después de estas reflexiones, regreso al tema: A  pesar  que  era  ya  innegable  la  esfericidad  de  nuestro  planeta  en  la  intelectualidad  hispana  del  siglo XIV,  por  ejemplo, como lo muestra  la  imagen  de  la Virgen  María  en  el  Monte Serrato,  escultura  del  siglo XII, donde sostiene  en  sus  brazos  a  Cristo  niño,  con  el  globo  terrestre  en  sus  manos. 

Pero  en  la  Castilla  medieval,  como  en  todo  el  resto  de  Europa, 
las  clases bajas eran ignorantes de ese pensamiento y permanecían inmersas en leyendas.
Y en efecto, para completar la tripulación de grumetes de las primeras naves de Colón, la Reina Isabel de Castilla otorgó amnistía a algunos reos que quisieran acompañar a los marinos veteranos en la primera travesía del océano Atlántico.  

   
De permanecer en las mazmorras, a morir libres en el mar como sirvientes, no faltaron quienes aceptaran esa indulgencia.  
Este acto bastó  para  los enemigos de España originaran  el  mito de que  los  primeros  descubridores  y  los  conquistadores  del  Nuevo  Mundo  fueron  la  prez  de  la  delincuencia  de  España. y de la felonía de decir que los hispanoamericanos sin excepción, tenemos sangre de malechores.

En  una conferencia que impartí, una  persona  que  se  dijo  “historiador”,  me  cuestionó  al  asentar  esa  premisa.
Mi respuesta fue simple: Debe  ser  de  sobra  conocido  por  usted,  que  en  el reino  de  Castilla  desde  los  primeros  viajes a las Indias, se registraban las personas que abordaban los barcos,
en la Casa de Contratación de Sevilla, con sus nombres,  ocupación,  lugar  de  procedencia  y  destino. 

Abundé: Todo viajero a las Indias debía pagar su pasaje. Nadie que no fuera solvente podía emigrar a la América española. Usted no debe ignorar los tomos que el historiador de la Universidad del Estado de Nueva York, Peter Bouyd Bowman, escribió un índice "biogeográfico" DE MÁS DE CUARENTA MIL POBLADORES ESPAÑOLES QUE CRUZARON EL ATLÁNTICO EN EL SIGLO XVI.
En el que analiza detalladamente a cada inmigrante desde el año de 1493 a 1539  3 españoles de América en el siglo XVI, analiza en un detallado estudio a cada emigrante  de 1493 a 1539, en  cuanto a  sus destinos,  cargos, oficios  y  condición  social. 

Como en todo todo conjunto humano, claro que hubo quienes transgredieron las leyes, como  hoy  acontece;  señala  el  investigador  anglosajón,  que  los  viajeros  a  Indias,  fueron  gobernantes,  criados,  esclavos,  nobles,  mercaderes,  pescadores,  grumetes,  escribanos,  jueces,  curtidores,  impresores,  carniceros,  frailes,  mineros,  clérigos,  zapateros, carpinteros, carreteros, agricultores, catedráticos, boticarios, taberneros….

Portada  del  segundo  tomo  del  Índice  Geográfíco  de  cuarenta  mil  pobladores de españoles de América en el siglo XVI 

Es tiempo de abandonar las falsas leyendas que lanzan corpúsculos dizque para exaltar las culturas autóctonas, evidentemente valiosas, pero muchos lo hacen para denigrar la ejemplar presencia española en el Continente Americano.  Calumnias gratuitas para  la  gran  comunidad  hispanoamericana. Porque  su  sociedad en todos los niveles, sea de origen criollo, o mestizo de sangres  indígenas, africanas o asiáticas, fueron concebidos por los españoles que emigraron a América en los tres siglos del Virreinato, ellos nuestros antepasados.

Es tiempo de desterrar de nuestras mentes esas falsedades divulgadas por nuestros enemigos culturales y por la historia oficial de nuestros países hispanoamericanos. Estamos ya en el siglo XXI.



ISAAC LUIS VELÁZQUEZ MORALES.
ACADEMIA DE HERNÁN CONRTÉS

EDITÓ: LUIS OZDEN