ACADEMIA DE HERNÁN CORTÉS, A. C.
“Por la difusión de la verdad histórica”
CONCIENCIA
HISTÓRICA HISPANOAMERICANA
REFLEXIONES
DIRIGIDAS A LOS ESTUDIANTES DE LA HISTORIA
Considero que, el
ser humano, para ser tenido como tal, para conducirse de acuerdo a la
misión encomendada por el Creador,
debe tener conciencia del lugar que ocupa sobre la tierra, de su entorno
geográfico y de porqué ha llegado ahí.
Primeramente,
el hombre, debe considerar su fe
religiosa, dado que toda sociedad humana, naturalmente, llega a tener
alguna creencia en la divinidad. No ha existido sociedad humana, desde el alba
de los tiempos, que haya sido atea. Los ateos son algunos individuos aislados
que en sus elucubraciones intelectuales se pronuncian agnósticos o ateos. Pero
los grupos humanos, aún los más primitivos siempre se han conformado alrededor
de alguna deidad.
Con mayor razón las
sociedades mas elaboradas, han llegado a comprender mejor la relación de sus
miembros con el Creador del Universo, es
entonces, cuando aparece la religión o la creencia religiosa de los componentes
de esa sociedad. Los individuos
sabrán lo que creen y por tanto,
tendrán conciencia religiosa.
En
segundo lugar, el hombre, conocerá la cultura a que pertenece, es decir,
la que vive cotidianamente: el idioma que modela su pensamiento, y sus
costumbres que lo caracterizan y lo distinguen de las otras sociedades. El
conocimiento de lo anterior le proporcionará, conciencia cultural.
Ahora
bien, a partir de estas dos actitudes conscientes, la fe religiosa y la
cultura; teniendo en cuenta los sucesivos acontecimientos en el tiempo;
formará su historia, que
bien aprendida, le dará la conciencia histórica.
Apoyándonos en las
anteriores premisas y contemplando la realidad de las naciones
hispanoamericanas, podemos definir que nuestra Conciencia religiosa está en el cristianismo católico, que nuestra Conciencia cultural está en el Hispanismo
o Hispanoamericanismo, (si se
entiende a la cultura española modificada por la realidad del continente
americano), ya que nuestro idioma es el
español, nuestros nombres y
apellidos son mayoritariamente españoles, y por ser nuestras costumbres
básicamente hispánicas.
Entendido lo anterior,
debemos colegir que nuestra Conciencia
histórica deberá estar nutrida por los acontecimientos más importantes que
crearon y conformaron a Hispanoamérica,
añadiendo a esta conciencia, las posibilidades de contribuir al
engrandecimiento y perfección de nuestro entorno nacional.
Cuando estudiamos la
historia hispanoamericana, nuestra Conciencia
Histórica nos obliga a adecuar nuestro ser contemporáneo al momento de la Conquista militar y espiritual del Nuevo
Mundo; a las ideas y acciones que se tomaron desde las últimas décadas del
siglo XV y las primeras del siglo XVI.
Ser consciente de
nuestra historia, es tratar de entender aquella gesta única, despojarnos de los
prejuicios tan comunes hoy en día como son: el subjetivismo protestante, el romanticismo decimonónico, el
pernicioso indigenismo, el materialismo dialéctico y el pragmatismo económico que ensombrecen la mente de
casi todos los pensadores e investigadores contemporáneos, principalmente los
que se refieren a la historia de la Conquista española.
Tener Conciencia Histórica Hispanoamericana
es dejar de lado la perniciosa Leyenda
Negra impulsada por los protestantes anglosajones contra España,
Hispanoamérica y la Religión Católica.
Nuestra Conciencia Histórica nos revela,
también, que a pesar del paso de los cinco siglos que nos separan de los
actores de la epopeya conquistadora, nos une con ellos, el hilo conductor de la
misma religión y de la misma cultura.
Es por esto, que no nos
es difícil encofrarnos en personajes como Hernán
Cortés y sus capitanes, en fray Toribio
de Benavente y los evangelizadores, en Bernal
Díaz del Castillo y los numerosos cronistas que dejaron sus memorias de
aquel acontecimiento.
Hay que ser consciente que con la Conquista y
los tres siglos del Virreinato, los nativos americanos fueron arrancados de su oprobioso paganismo carente de toda caridad para con sus
semejantes, de su aislamiento milenario, de su atraso neolítico, y fueron
puestos en la corriente de la civilización cristiana a diferencia de lo que hicieron los colonizadores protestantes, quienes en las regiones donde se
asentaron, eliminaron sin más, a las
poblaciones nativas.
Está claro que entre
los conquistadores hubo actos heroicos, edificantes, caritativos y sombríos,
características, todas estas, inherentes al ser humano, qué el choque que se
produjo causó perjuicios materiales a los pueblos conquistados; también es
evidente que España en su conjunto se
despobló de sus mejores hijos, de los más valientes, de los más emprendedores de
los que se atrevieron a cruzar el océano tormentoso sin miedo a la muerte.
Con la Conquista
española del siglo XVI comenzaron a nacer nuevas sociedades construidas sobre
tierras y pueblos dispares. Con la
Conquista española se ensanchó el mundo occidental poniendo los fundamentos
de nuevas naciones afines a la gran cultura mediterránea greco-latina.
La gran mayoría de los
españoles que participaron en la Conquista del siglo XVI se quedaron para
siempre en los territorios americanos y mezclaron su sangre con los
nativos formando razas nuevas, producto
de esa Conquista. De los cientos de miles que se asentaron en
el continente a lo largo de trescientos años, los hispanoamericanos
contemporáneos somos sus descendientes.
Durante tres siglos, el
IMPERIO ESPAÑOL CATÓLICO englobó a individuos de todas las razas
humanas bajo una misma religión, un
mismo idioma y una misma manera de afrontar la vida.
La
conciencia histórica de ser mexicano, centroamericano o sudamericano,
el sentirse nacional de cada uno de los países que componen nuestro orbe
hispanoamericano es resultado de la Conquista española del siglo XVI y de los
trescientos años de Virreinatos que duró el Imperio Español en América y en las Islas Filipinas del Asia. Ni
siquiera la independencia que dio nacimiento a nuevas entidades políticas en el
siglo XIX nos ha distanciado; muy por el contrario, nos ha hecho conscientes de
formar, junto a España, la Hispanidad
, es decir: La nueva Cristiandad
Hispánica.
Por lo tanto, la Conciencia Histórica Hispanoamericana
nos obliga a reconocer que existe una continuidad cultural y también genética,
entre los hispanoamericanos actuales y los habitantes de la Península Ibérica:
la misma religión, iguales nombres y apellidos, el mismo idioma castellano,
costumbres y afinidad mental, salidos todos, de la cultura romana original. En
cambio, esa continuidad cultural con los pueblos nativos anteriores a la
Conquista que se percibe principalmente en la comida diaria y en el hablar de
ciertos grupos bilingües, queda solamente en los países donde abunda la
población autóctona y mestiza.
Antes de la Conquista
española, en el continente americano, existían innumerables tribus muy diferentes
entre ellas; los nativos americanos eran
de aspecto somático distinto, lenguas y costumbres dispares, enfrentados todos
por constantes guerras tribales. Sin
conciencia cultural alguna, sin conciencia religiosa, ni mucho menos conciencia
histórica ni de nación. Sus creencias metafísicas eran paganas e idólatras y
sus ritos sangrientos.
Los recuerdos se
concretaban en tradiciones orales, por carecer de signos gráficos que
conservaran su memoria, pues carecían de escritura. Para ellos, el mundo estaba
circunscrito a los reducidos territorios
que podían caminar a pie enjuto, sin conocimiento de la rueda y sin bestias de
carga que les ayudaran en sus recorridos.
Los nuevos cultivos de
plantas y animales llegados África, Medio Oriente y Europa enriquecieron la
dieta pobre, monótona y falta de muchas vitaminas de las que carecían los
nativos. Las grandes mayorías estaban mal alimentadas, a tal grado que las
inevitables enfermedades nuevas hicieron estragos, diezmando millones de almas
en todo el continente.
En cuanto a la parte
técnica de las culturas autóctonas americanas hay que destacar que sus grandes
construcciones no pasaban de ser acumulaciones de materiales tales como piedras
y tierra que constituían la arquitectura de los emplazamientos de las tribus
más cultas. Las cubrían con grandes monolitos que representaban diversos
aspectos de sus teogonías. Algunas de esas construcciones alcanzaban
impresionante tamaño y las terminaban con enlucidos de cal pintada a colores.
Sin embargo no conocían la función del
arco y la bóveda, para salvar grandes espacios. Respecto a los pueblos que se
asentaron a orillas de las zonas lacustres, o en la orilla de los mares, nunca
se les ocurrió dotar a sus canoas construidas por troncos ahuecados, de remos
ni de velamen que les facilitara la
navegación.
Con la Conquista,
Evangelización y Poblamiento de América, los pueblos autóctonos saltaron
literalmente, de la cultura neolítica al Renacimiento. Y de las prácticas
sociales bárbaras sin caridad alguna hacia el prójimo, entraron en la
civilización cristiana de un golpe, por medio del Bautismo y la Doctrina.
Los 15 siglos que
necesitó Europa para civilizarse, a los indios americanos les tomó menos de
trescientos años.
España,
a diferencia de las otras naciones colonizadoras, como Inglaterra, Holanda y
Francia, fue la única potencia que se volcó en América,
que se integró con el mundo conquistado,
elevando a los primitivos pueblos autóctonos, hasta su altura humanista. Con
lo cual demostramos la mayor importancia de lo cultural sobre lo racial o
genético.
Ya desde el momento de
la Conquista, desde el siglo XVI, España
en conjunto: Corona, Jerarquía eclesiástica y pueblo en general, repetimos,
fue la única nación que permitió la
crítica más acerba de su dominación ultramarina, demostrando con esto su
verdadero humanismo cristiano. Desde el mero principio, la Corona Española
dio categoría de Reinos a sus posesiones y los administró como Provincias de
Ultramar.
ALGUNAS
REFLEXIONES PARA LOS LECTORES DEL TEXTO
SOBRE LA CONCIENCIA HISTÓRICA.
Para el
hispanoamericano actual, las culturas prehispánicas son tan ajenas como para
cualquier individuo de cultura mediterránea. Quedando el estudio de éstas
solamente para la Arqueología.
La juventud actual
comienza a vivir el tercer milenio en el estado de confusión histórica en que
vive la sociedad contemporánea, todo esto es resultado de la deformación
intelectual provocada por trescientos
años de Liberalismo en todos los órdenes: Social, económico, político y religioso.
Los jóvenes carecen de Conciencia
Histórica. Por falta de estudio e investigación de la Verdad Histórica. Solamente revestidos de los tres aspectos de la Conciencia Histórica: espiritual, moral
y cultural, con su criterio bien formado, podrán afrontar con ventaja el estado
de confusión en que viven los pueblos del tercer milenio. El hombre
hispanoamericano de la actualidad debe ser consciente de su pertenencia a un
orbe de 19 naciones hermanadas por una misma CONCIENCIA HISTÓRICA.
LUIS OZDEN
VARIOS
CONCEPTOS FILOSÓFICOS
A partir de los siglos
XVII y XVIII, principalmente, los pensadores y filósofos del norte de Europa
dirigieron exageradamente sus ideas por el camino de las ciencias físicas,
alejándose de la metafísica.
El hombre por el solo
hecho de serlo, sea religioso o no, debe equilibrar su pensamiento entre lo
físico y' lo espiritual. Solamente así estará en condición de no extraviarse
intelectualmente.
Cuando se investigan
los hechos históricos y se busca la Verdad, se debe estar alerta para evitar
caer en ciertos prejuicios, a veces involuntarios, porque casi siempre son el
resultado de una formación intelectual defectuosa.
Cuando hablamos de "Subjetivismo protestante"
nos referimos a la forma de pensar adquirida por los seguidores del Libre
Examen. La libertad sin trabas en cuanto a la religión, imaginando su propia
relación con Dios, es decir; utilizando para ello el intelecto o la emoción, de
aquí la formación de múltiples sectas. El Subjetivismo es contrario al
Objetivismo, siendo éste la realidad de la vida por el conocimiento de nuestros
cinco sentidos y por la Razón Natural, mientras que el subjetivismo es el
conocimiento de acuerdo con "mi sentir y mi opinión".
Cuando hablamos del "Romanticismo" nos referimos
al movimiento filosófico que los pensadores alemanes pusieron en boga desde
finales del siglo XVIII y que tuvo su apogeo en todo el siglo XIX, sobre todo
en la Literatura y el, Arte. Es la deformación del conocimiento de la realidad
objetiva (los hechos de la vida) por medio del sentimiento y de la opinión
personal.
Cuando hablamos del "Pernicioso indigenismo" nos
referimos a la idealización de los pueblos antiguos, principalmente paganos,
atribuyéndoles cualidades que nunca tuvieron en religión, ciencia, filosofía,
técnica, tradiciones, salud, etc. etc. Otra vez, se trata de la deformación de
la Historia y la Arqueología por razones de partido y de opiniones
seudocientíficas.
Cuando hablamos del "Materialismo dialéctico" nos
referimos a la dialéctica naturalista expuesta en el siglo XIX por Karl Marx y
Federico Engels en Inglaterra. Y cuyos principios materialistas han sido
seguidos por los filósofos e historiadores comunistas aplicándolos a la
Historia y la Arqueología.
Cuando hablamos del "Pragmatismo
Económico" nos referimos a la corriente filosófica que nació a fines
del siglo XIX en U.S.A. y que muchos historiadores la emplean para hacer sus
juicios. Tal o cual hecho histórico se entiende, solamente por la conducta
económica del momento en cuestión.
Los anteriores
conceptos filosóficos que hemos definido están presentes, en distinta
proporción, en el pensamiento y juicio de la mayor parte de los intelectuales
contemporáneos; sobre todo los filósofos, historiadores, arqueólogos y
profesores de las Universidades, que consciente o inconscientemente comunican
esas deformaciones mentales a sus alumnos.
Por lo tanto, la
sociedad actual está infectada de Subjetivismo porque responde al
ambiente que el llamado "Globalismo" o "Mundialismo" ha
venido imponiendo en la mente de las últimas cinco generaciones de habitantes.
De éstos solamente una exigua minoría se sale de ese patrón, minoría pensante,
de acuerdo al equilibrio de que hablamos al principio de estas reflexiones;
equilibrio entre el conocimiento físico y el espiritual.
LA
BÚSQUEDA DE DIOS, MIENTRAS VIVIMOS SOBRE LA TIERRA.
Luis G. Pérez de
León Rivero.
Enero-Febrero de
2014
Editó: LUIS
OZDEN