lunes, 14 de abril de 2014




ACADEMIA DE HERNÁN CORTÉS, A. C.
“Por la difusión de la verdad histórica”






CONCIENCIA HISTÓRICA HISPANOAMERICANA
REFLEXIONES DIRIGIDAS A LOS ESTUDIANTES DE LA HISTORIA

Considero que, el ser humano, para ser tenido como tal, para conducirse de acuerdo a la misión encomendada por el Creador, debe tener conciencia del lugar que ocupa sobre la tierra, de su entorno geográfico y de porqué ha llegado ahí.
Primeramente, el hombre, debe considerar su fe religiosa, dado que toda sociedad humana, naturalmente, llega a tener alguna creencia en la divinidad. No ha existido sociedad humana, desde el alba de los tiempos, que haya sido atea. Los ateos son algunos individuos aislados que en sus elucubraciones intelectuales se pronuncian agnósticos o ateos. Pero los grupos humanos, aún los más primitivos siempre se han conformado alrededor de alguna deidad.
Con mayor razón las sociedades mas elaboradas, han llegado a comprender mejor la relación de sus miembros con el Creador del Universo,  es entonces, cuando aparece la religión o la creencia religiosa de los componentes de esa sociedad. Los individuos  sabrán  lo que creen y por tanto, tendrán  conciencia religiosa.
En segundo lugar, el hombre, conocerá la cultura a que pertenece, es decir, la que vive cotidianamente: el idioma que modela su pensamiento, y sus costumbres que lo caracterizan y lo distinguen de las otras sociedades. El conocimiento de lo anterior le proporcionará, conciencia cultural.  
Ahora bien, a partir de estas dos actitudes conscientes, la fe religiosa y la cultura; teniendo en cuenta los sucesivos acontecimientos en el tiempo; formará  su historia, que bien aprendida,  le dará la conciencia histórica.
Apoyándonos en las anteriores premisas y contemplando la realidad de las naciones hispanoamericanas, podemos definir que nuestra Conciencia religiosa está en el cristianismo católico, que nuestra Conciencia cultural está en el Hispanismo o  Hispanoamericanismo, (si se entiende a la cultura española modificada por la realidad del continente americano), ya que nuestro idioma es el español, nuestros nombres y apellidos son mayoritariamente españoles, y por ser nuestras costumbres básicamente hispánicas.
Entendido lo anterior, debemos colegir que nuestra Conciencia histórica deberá estar nutrida por los acontecimientos más importantes que crearon y conformaron a Hispanoamérica, añadiendo a esta conciencia, las posibilidades de contribuir al engrandecimiento y perfección de nuestro entorno nacional.
Cuando estudiamos la historia hispanoamericana, nuestra Conciencia Histórica nos obliga a adecuar nuestro ser contemporáneo al momento de la Conquista militar y espiritual del Nuevo Mundo; a las ideas y acciones que se tomaron desde las últimas décadas del siglo XV y las primeras del siglo XVI.
Ser consciente de nuestra historia, es tratar de entender aquella gesta única, despojarnos de los prejuicios tan comunes hoy en día como son: el subjetivismo protestante, el romanticismo decimonónico, el pernicioso indigenismo, el materialismo dialéctico y el pragmatismo económico que ensombrecen la mente de casi todos los pensadores e investigadores contemporáneos, principalmente los que se refieren a la historia de la Conquista española.
Tener Conciencia Histórica Hispanoamericana es dejar de lado la perniciosa Leyenda Negra impulsada por los protestantes anglosajones contra España, Hispanoamérica y la Religión Católica.
Nuestra Conciencia Histórica nos revela, también, que a pesar del paso de los cinco siglos que nos separan de los actores de la epopeya conquistadora, nos une con ellos, el hilo conductor de la misma religión y de la misma cultura.
Es por esto, que no nos es difícil encofrarnos en personajes como Hernán Cortés y sus capitanes, en fray Toribio de Benavente y los evangelizadores, en Bernal Díaz del Castillo y los numerosos cronistas que dejaron sus memorias de aquel acontecimiento.
 Hay que ser consciente que con la Conquista y los tres siglos del Virreinato, los nativos americanos fueron arrancados de su oprobioso paganismo carente de toda caridad para con sus semejantes, de su aislamiento milenario, de su atraso neolítico, y fueron puestos en la corriente de la civilización cristiana a diferencia de lo que hicieron los colonizadores protestantes, quienes en las regiones donde se asentaron, eliminaron sin más, a las poblaciones nativas.
Está claro que entre los conquistadores hubo actos heroicos, edificantes, caritativos y sombríos, características, todas estas, inherentes al ser humano, qué el choque que se produjo causó perjuicios materiales a los pueblos conquistados; también es evidente que  España en su conjunto se despobló de sus mejores hijos, de los más valientes, de los más emprendedores de los que se atrevieron a cruzar el océano tormentoso sin miedo a la muerte. 
Con la Conquista española del siglo XVI comenzaron a nacer nuevas sociedades construidas sobre tierras y pueblos dispares. Con la Conquista española se ensanchó el mundo occidental poniendo los fundamentos de nuevas naciones afines a la gran cultura mediterránea greco-latina.
La gran mayoría de los españoles que participaron en la Conquista del siglo XVI se quedaron para siempre en los territorios americanos y mezclaron su sangre con los nativos  formando razas nuevas, producto de esa Conquista.  De los cientos de miles que se asentaron en el continente a lo largo de trescientos años, los hispanoamericanos contemporáneos somos sus descendientes.
Durante tres siglos, el IMPERIO ESPAÑOL CATÓLICO  englobó a individuos de todas las razas humanas bajo una misma religión,  un mismo idioma y una misma manera de afrontar la vida.
La conciencia histórica de ser mexicano, centroamericano o sudamericano, el sentirse nacional de cada uno de los países que componen nuestro orbe hispanoamericano es resultado de la Conquista española del siglo XVI y de los trescientos años de Virreinatos que duró el Imperio Español en América y en las Islas Filipinas del Asia. Ni siquiera la independencia que dio nacimiento a nuevas entidades políticas en el siglo XIX nos ha distanciado; muy por el contrario, nos ha hecho conscientes de formar, junto a España, la Hispanidad , es decir: La nueva Cristiandad Hispánica.
Por lo tanto, la Conciencia Histórica Hispanoamericana nos obliga a reconocer que existe una continuidad cultural y también genética, entre los hispanoamericanos actuales y los habitantes de la Península Ibérica: la misma religión, iguales nombres y apellidos, el mismo idioma castellano, costumbres y afinidad mental, salidos todos, de la cultura romana original. En cambio, esa continuidad cultural con los pueblos nativos anteriores a la Conquista que se percibe principalmente en la comida diaria y en el hablar de ciertos grupos bilingües, queda solamente en los países donde abunda la población autóctona y mestiza.
Antes de la Conquista española, en el continente americano, existían innumerables tribus muy diferentes entre ellas;  los nativos americanos eran de aspecto somático distinto, lenguas y costumbres dispares, enfrentados todos por constantes guerras tribales. Sin conciencia cultural alguna, sin conciencia religiosa, ni mucho menos conciencia histórica ni de nación. Sus creencias metafísicas eran paganas e idólatras y sus ritos sangrientos.
Los recuerdos se concretaban en tradiciones orales, por carecer de signos gráficos que conservaran su memoria, pues carecían de escritura. Para ellos, el mundo estaba circunscrito a  los reducidos territorios que podían caminar a pie enjuto, sin conocimiento de la rueda y sin bestias de carga que les ayudaran en sus recorridos.
Los nuevos cultivos de plantas y animales llegados África, Medio Oriente y Europa enriquecieron la dieta pobre, monótona y falta de muchas vitaminas de las que carecían los nativos. Las grandes mayorías estaban mal alimentadas, a tal grado que las inevitables enfermedades nuevas hicieron estragos, diezmando millones de almas en todo el continente. 
En cuanto a la parte técnica de las culturas autóctonas americanas hay que destacar que sus grandes construcciones no pasaban de ser acumulaciones de materiales tales como piedras y tierra que constituían la arquitectura de los emplazamientos de las tribus más cultas. Las cubrían con grandes monolitos que representaban diversos aspectos de sus teogonías. Algunas de esas construcciones alcanzaban impresionante tamaño y las terminaban con enlucidos de cal pintada a colores. Sin embargo  no conocían la función del arco y la bóveda, para salvar grandes espacios. Respecto a los pueblos que se asentaron a orillas de las zonas lacustres, o en la orilla de los mares, nunca se les ocurrió dotar a sus canoas construidas por troncos ahuecados, de remos ni de velamen  que les facilitara la navegación.
Con la Conquista, Evangelización y Poblamiento de América, los pueblos autóctonos saltaron literalmente, de la cultura neolítica al Renacimiento. Y de las prácticas sociales bárbaras sin caridad alguna hacia el prójimo, entraron en la civilización cristiana de un golpe, por medio del Bautismo y la Doctrina.
Los 15 siglos que necesitó Europa para civilizarse, a los indios americanos les tomó menos de trescientos años.
España, a diferencia de las otras naciones colonizadoras, como Inglaterra, Holanda y Francia, fue la única potencia que se volcó en América, que se integró con el mundo conquistado, elevando a los primitivos pueblos autóctonos, hasta su altura humanista. Con lo cual demostramos la mayor importancia de lo cultural sobre lo racial o genético.

Ya desde el momento de la Conquista, desde el siglo XVI, España en conjunto: Corona, Jerarquía eclesiástica y pueblo en general, repetimos, fue la única nación que permitió la crítica más acerba de su dominación ultramarina, demostrando con esto su verdadero humanismo cristiano. Desde el mero principio, la Corona Española dio categoría de Reinos a sus posesiones y los administró como Provincias de Ultramar.

ALGUNAS REFLEXIONES PARA LOS LECTORES  DEL TEXTO SOBRE LA CONCIENCIA HISTÓRICA.
Para el hispanoamericano actual, las culturas prehispánicas son tan ajenas como para cualquier individuo de cultura mediterránea. Quedando el estudio de éstas solamente para la Arqueología.
La juventud actual comienza a vivir el tercer milenio en el estado de confusión histórica en que vive la sociedad contemporánea, todo esto es resultado de la deformación intelectual provocada por trescientos años de Liberalismo en todos los órdenes: Social, económico, político y religioso. Los jóvenes carecen de Conciencia Histórica. Por falta de estudio e investigación de la Verdad Histórica. Solamente revestidos de los tres aspectos de la Conciencia Histórica: espiritual, moral y cultural, con su criterio bien formado, podrán afrontar con ventaja el estado de confusión en que viven los pueblos del tercer milenio. El hombre hispanoamericano de la actualidad debe ser consciente de su pertenencia a un orbe de 19 naciones hermanadas por una misma CONCIENCIA HISTÓRICA.
LUIS OZDEN




VARIOS CONCEPTOS FILOSÓFICOS
A partir de los siglos XVII y XVIII, principalmente, los pensadores y filósofos del norte de Europa dirigieron exageradamente sus ideas por el camino de las ciencias físicas, alejándose de la metafísica.
El hombre por el solo hecho de serlo, sea religioso o no, debe equilibrar su pensamiento entre lo físico y' lo espiritual. Solamente así estará en condición de no extraviarse intelectualmente.
Cuando se investigan los hechos históricos y se busca la Verdad, se debe estar alerta para evitar caer en ciertos prejuicios, a veces involuntarios, porque casi siempre son el resultado de una formación intelectual defectuosa.

Cuando hablamos de "Subjetivismo protestante" nos referimos a la forma de pensar adquirida por los seguidores del Libre Examen. La libertad sin trabas en cuanto a la religión, imaginando su propia relación con Dios, es decir; utilizando para ello el intelecto o la emoción, de aquí la formación de múltiples sectas. El Subjetivismo es contrario al Objetivismo, siendo éste la realidad de la vida por el conocimiento de nuestros cinco sentidos y por la Razón Natural, mientras que el subjetivismo es el conocimiento de acuerdo con "mi sentir y mi opinión".
Cuando hablamos del "Romanticismo" nos referimos al movimiento filosófico que los pensadores alemanes pusieron en boga desde finales del siglo XVIII y que tuvo su apogeo en todo el siglo XIX, sobre todo en la Literatura y el, Arte. Es la deformación del conocimiento de la realidad objetiva (los hechos de la vida) por medio del sentimiento y de la opinión personal.
Cuando hablamos del "Pernicioso indigenismo" nos referimos a la idealización de los pueblos antiguos, principalmente paganos, atribuyéndoles cualidades que nunca tuvieron en religión, ciencia, filosofía, técnica, tradiciones, salud, etc. etc. Otra vez, se trata de la deformación de la Historia y la Arqueología por razones de partido y de opiniones seudocientíficas.
Cuando hablamos del "Materialismo dialéctico" nos referimos a la dialéctica naturalista expuesta en el siglo XIX por Karl Marx y Federico Engels en Inglaterra. Y cuyos principios materialistas han sido seguidos por los filósofos e historiadores comunistas aplicándolos a la Historia y la Arqueología.
Cuando hablamos del "Pragmatismo Económico" nos referimos a la corriente filosófica que nació a fines del siglo XIX en U.S.A. y que muchos historiadores la emplean para hacer sus juicios. Tal o cual hecho histórico se entiende, solamente por la conducta económica del momento en cuestión.
Los anteriores conceptos filosóficos que hemos definido están presentes, en distinta proporción, en el pensamiento y juicio de la mayor parte de los intelectuales contemporáneos; sobre todo los filósofos, historiadores, arqueólogos y profesores de las Universidades, que consciente o inconscientemente comunican esas deformaciones mentales a sus alumnos.
Por lo tanto, la sociedad actual está infectada de Subjetivismo porque responde al ambiente que el llamado "Globalismo" o "Mundialismo" ha venido imponiendo en la mente de las últimas cinco generaciones de habitantes. De éstos solamente una exigua minoría se sale de ese patrón, minoría pensante, de acuerdo al equilibrio de que hablamos al principio de estas reflexiones; equilibrio entre el conocimiento físico y el espiritual.
LA BÚSQUEDA DE DIOS, MIENTRAS VIVIMOS SOBRE LA TIERRA.

Luis G. Pérez de León Rivero.
Enero-Febrero de 2014
Editó: LUIS OZDEN

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